sábado, 27 de abril de 2013

Sandu Ciorba, música gitana y "sabrosona" desde Rumanía (Músicas de gasolineras del mundo III)

Sandu Ciorba (pronunciado chiorba) es un cantante gitano de fama nacional en Rumanía. No es casualidad que lleve en los escenarios desde los tiempos de Nicolae Ceaușescu. Además, en su currículo creo que podría incluir con bastante orgullo el haber participado en la banda sonora de Transylvania, una película de Tony Gatlif. 

Aunque por algún lado lo he visto clasificado como un músico manele es, según me han explicado, un intérprete de jocuri -literalmente juegos, entendidos como cantos y bailes- un estilo musical con elementos de la música tradicional gitana del cual muchos consideran que es el padrino y su principal estandarte. Se trata de música festiva, pensada para bailar en discotecas. Con letras tanto en rumano como en romaní, sus hits arrasan en las discotecas de Rumanía, donde la gente se conoce de memoria sus letras guasonas y sus bailes de estilo folclórico. 


A pesar de ser un cantante de ámbito claramente nacional, su tema Dalibomba, con aires de reggaeton, ha traspasado fronteras y es un auténtico hit en países del este europeo como Polonia (donde la conocen como Wielka Dzika Bomba, que es como a ellos les suena el estribillo). Además, ha cruzado el charco y se ha ganado cierta popularidad entre los latinoamericanos a través, sobre todo, de redes sociales. También se escucha en algunas emisoras como la colombiana RCN Radio, que lo califica como "el sabroso de la canción rumana". Quizás el éxito de la "gagica bomba" (chica bomba) llegue a España, y lo podremos bailar en las discotecas con remix incluido: Dalibomba (Summer Mix 2013).



Los éxitos de Sandu Ciorba son imposibles de contar, pero personalmente destaco Mamaliga cu malai, Ciuhalia, o Calu' rau trebe schimbat. No es la típica música rumana de fanfarrias balcánicas al estilo de Fanfare Ciocarlia y compañía, producida por grandes discográficas occidentales para un público occidental. Se trata de la música popular que escuchan los rumanos en su día a día, y es eso precisamente lo que para mí le da un valor añadido y me mantiene en el recuerdo los grandes momentos vividos en esa hermosa tierra que he tenido el placer de visitar.

 ¡¡Y ahora a bailar!!

NOTA: En breves colgaré la conversación que mantuvimos mi hermana y yo con el sello discográfico bajo el cual Sandu Ciorba publica su fantástica música: Viper Production.

martes, 16 de abril de 2013

Comprar música en Rumanía: mi historia

Comprar música en Rumanía se convirtió en una obsesión para mí. A mi llegada a Cluj-Napoca y ver el considerable tamaño de la ciudad supuse, erróneamente, que encontraría no una sino varias tiendas donde comprar los trabajos de artistas locales con poca difusión internacional. Al fin y al cabo, los discos de Fanfare Ciocârlia, Taraf de Haidouks y compañía podía conseguirlos hasta en el Corte Inglés de al lado de mi casa. Además imaginaba, esta vez acertadamente, que estos grupos más populares en la Europa occidental eran producciones de grandes sellos internacionales que, probablemente, tendrían poca difusión en su propio país.

La primera parte de mi búsqueda empezó desde España, antes del viaje. Comencé a informarme seriamente sobre la música popular y tradicional de Rumanía, pero sólo encontraba pequeñas entradas en la Wikipedia en inglés. Descubrí algunos artistas interesantes en YouTube, pero aquello no dejaban de ser cantantes puntuales, desconocía todo sobre ellos, su difusión en el país, su fama... Había recolectado una gran cantidad de datos, pero muy generales y un tanto desorganizados. También me dediqué en vano a buscar en Google Maps puntos de venta. Cuando la fecha de partida se acercaba, desistí y me resigné al hecho de que tendría que enfrentarme a toda esa locura sobre el terreno, preguntando al paisanaje. Mi primer día allí, en el que realicé un largo paseo por todo el centro de la ciudad, sólo hizo que me acojonara aún más: nadie sabía nada, y en una tienda de instrumentos tampoco supieron decirme nada al respecto, pero me sugirieron que me acercara a los grandes centros comerciales de las afueras. Y fue allí donde encontré el único disco que pude comprar antes de comenzar una larga excursión por Transilvania: una extraña cadena de componentes electrónicos donde vendían, por 1.90 lei (aproximadamente 0.40€),  un CD nuevo pero un tanto machacado de Mihaela Crâciun Vasiliu. Al menos ya no me iba con las manos vacías, pero pensaba que mi odisea, salvo algún descubrimiento aislado este estilo, se iba a quedar ahí.

Todo cambió ese mismo día, en uno de mis paseos matutinos por Cluj. Entré en lo que resultó ser un típico bar de viejos. Pedí un café y me senté en una mesa a pensar lo desilusionante que iba a ser el viaje desde el punto de vista musical. Todo parecido con Gadjo dilo iba a ser accidental. En ese momento, el señor que atendía el bar, que acababa de meterse entre pecho y espalda un cocido de alubias, se sirvió un café, se acercó a una vieja y polvorienta cadena de música y pulsó el botón play. Empezó a sonar una música maravillosa, tradicional, con violines y una voz femenina. Tras varios intentos, conseguí que me dijera el nombre de la artista: Ana Ilca Mureşan. Le propuse que me enseñara más música de la que tenía por allí y poco a poco fuimos haciéndonos amigos. Aquel tabernero tenía de todo, desde el folklore más tradicional a el techno más rabioso, de ese que se te clava en los tímpanos. Le pregunté si me podía escribir el nombre de los artistas que íbamos escuchando, pero se hacía el longuis y me volvía a repetir el nombre del músico. Yo creo que no veía un carajo y no tenía las gafas o le faltaban las ganas de buscarlas después del potaje. El último que me puso resultó ser justo lo que andaba buscando. Le pregunté el nombre del creador de tan gloriosa melodía y me dijo que era un tal Sandu Ciorba. Le volví a repetir que me lo escribiera y, de nuevo esquivando mi petición, me contestó que Ciorba era conocido en todo el mundo mundial, que no tendría problemas para encontrarlo. Le pregunté, pues, dónde podía comprar estas músicas y fue bien claro: en gasolineras. Esta conversación, aclaro, se desarrolló en rumano por su parte y en español pseudoitalianizado por la mía. Realmente no sé cómo pudimos entendernos, pero lo conseguimos.


Durante la excursión por Transilvania, compré varias cosas en las gasolineras tuve ocasión de preguntar en distintas oficinas de turismo dónde podía tiendas especializadas. En Târgu Mureş, por ejemplo, encontré una tienda dedicada exclusivamente a la música rumana. En Braşov, en la calle comercial principal, también existe una tienda de discos pero con poca música local. Una vez aclarados los puntos de venta, me di cuenta de que la música popular rumana vive al día. Suelen exponerse para la venta los álbumes de un par de años atrás, pero nunca vi nada publicado antes de 2008, salvo algunos vinilos en la tienda de Braşov. Tal vez con un poco de suerte podéis encontrar algún mercadillo donde comprar música viejuna. También os advierto de que no pisé Bucarest, la capital y ciudad más grande con diferencia, donde sé a ciencia cierta que hay varios puntos de venta de música.

Para finalizar, os dejo una foto de toda la música que compré allí. Me gasté el equivalente a 49 euros, lo cual puede parecer mucho en principio, pero si pensamos que con ese dinero en España sólo podemos adquirir dos o, a lo sumo, tres discos, creo que no hice tan mala inversión.

Al final conseguí mi objetivo... ¡Vaya si compré!
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martes, 9 de abril de 2013

En abril y mayo, música de Rumanía

En este mes de abril, y puede que parte de mayo, todos los post los voy a dedicar a la música de Rumanía. Después de mi viaje de dos semanas por patria de Drácula, he reunido cierta cantidad de información sobre su música que espero poder contaros. Dónde comprar música, qué se escucha en la radio, cuál es la música popular y alguna que otra vivencia.

Gente, coches y cables en Cluj-Napoca